lunes, 13 de junio de 2011

Crecer

     Estos días no he estado escribiendo, la semana pasada como resumen. puede considerarse buena, aprobé dos parciales, tuve una buena sesión con la psicóloga de mi niña, eso me ayudó a relajarme un poco, suena  extraño, pero estoy comenzando a conocer a mi niña, aunque con ayuda, ambas tenemos que encontrar el lugar que nos toca en esta nueva etapa, perder el miedo a crecer, es difícil ya que en mi mente la sigo viendo como mi bebé chiquitita, y me sigo viendo como la adolescente ingenua y soñadora que fui.
    ¿Podrá la lluvia con su manto de piedad detener el tiempo para nosotras dos? Me gusta la lluvia, pero  no cuando hace frío ya que pienso en las personas sin techo, me gusta la lluvia de verano, me recuerda  a la infancia, a mis abuelitos, a los barquitos de papel, a mi busito color celeste, me gusta la lluvia porque detiene el tiempo,  limpia mis penas, se confunde con mis lágrimas...

miércoles, 1 de junio de 2011

Frustración

       Hoy mientras esperaba al frente del colegio de mi niña que el micro escolar llegase luego del torneo de handball, pensaba en que tenía ganas de escribir, del pasado, de un amor que tuve, de como me fui complicando la vida, eligiendo malas opciones, de como me gusta el otoño en Buenos Aires, pensaba en él también, en su país lejano y nublado, (al menos, así lo imagino), del hogar que no pude tener y de la niña que nunca concebiré. Todo eso estaba en mi mente, hasta que llegó mi niña y volvimos caminando a casa.
     Muchas veces me gustaría estar sola, marcharme a la montaña, al sur de mi país, poder curar mi tristeza, poder controlar este torbellino de emociones que llevo dentro y que hace explosión siempre con quien no debe, con quien no lo merece. No he aprendido a ser madre, hija, ¿por qué no puede haber un punto intermedio?¿por qué no soy capaz de encontrarlo, de aceptarlo? Desde la niñez he sido así, obsesiva de la atención de la persona amada, con ella, con mi abuela, tuve un buen vínculo, era amor, así lo sentía yo, así me sentía yo, amada y completamente dichosa de ese amor, pero yo no soy mi abuela y ahora que ese ser reclama de mi lo mismo que yo a su edad, no puedo aceptar ver mi reflejo en ella, no, así no, la quiero distinta a mi, la quiero feliz, la quiero perseverante, capaz de forjar sola su camino, una mujer fuerte, decidida, no un ser inseguro, inconstante y emocionalmente inestable como yo. Quiero hacer lo mejor para ella, me esfuerzo por darle las herramientas que la lleven a ser mejor que yo...¿ será por eso que mi frustración estalla ante sus pequeñas faltas infantiles? ¿me resulta demasiada pesada esta carga, esta responsabilidad que recae en su totalidad sobre mis hombros? ¿ o solo es la bronca que brota de mis entrañas, de la parte más oscura de persona? ¿acaso no lo había perdonado ya? eso fue lo que le dije, pero no se si es cierto, ante cada pequeño tropiezo, mi rencor hacia él surge multiplicado, reclamando el hogar que no le brindó, la seguridad y los cuidados que solo quedaron en sus mails, la nueva Patria nunca vista, el vestido blanco que quedó sin ser usado.
      Es tan triste un vestido de novia sin usar, en cada uno de sus pliegues, una ilusión, un sueño, una esperanza se va llenando de polvo, nunca me lo probé, me hubiese visto bien en el, pero mi príncipe sapo no me dio ninguna chance.