martes, 31 de mayo de 2011

La madre que pude ser

     Mi hija tiene casi 11 años, yo era joven cuando ella nació, realmente no "elegí" el mejor momento para traer otra vida al mundo, pero lo hice, ¿me equivoqué? ¿quién lo juzgará? yo creí que ese ser merecía vivir, crecer, nutrirse, ser feliz, un hijo de Dios en el valle de mis lágrimas. ¿La desee? ¿Fue una inconsciencia? trato de analizarme, pero me miento a mi misma, no quiero la verdad, lo que veo tan fácilmente en otras, lo niego en mi, ¿desee ese hijo? muchas chicas tienen bebés porque no han logrado proyectar un futuro, no se sienten amadas y buscan en el hijo conseguir ese amor perfecto, incondicional, el amor de Dios hecho carne en ese bebé, mío, mío, y yo que nada tenía, de pronto esa vida entre mis manos, ¿cómo cuidarla? era tan inocente entonces, y la realidad tan dura, con todas esas personas que me miraban con pena o con desprecio, por haber decido "arruinarme la vida", nadie era feliz, nadie celebraba la vida de mi niña en mi vientre, alzando sus piedras para castigarme... le he dado mi vida, si, mi juventud, pero ella es lo único real, lo único por lo que tiene sentido morir y vivir.

Había una vez...

      Me llamo Sara, es increíble, pero debo admitirlo, acabo de cumplir 30 años, estoy un poco horrorizada aún, no era así como había imaginado mi vida a los treinta, si es que alguna vez me detuve a pensar en ello, creo que no, no al menos  hasta hace dos o tres años atrás. Mi vida había transcurrido entre humo, música y risas falsas, no, en ese tiempo yo no pensaba que también los seres pocos dotados como yo merecían una familia, un amor, me conformaba con romances de mentira, prestados, sacados de un libreto. Había días en los que la soledad me golpeaba, domingos en la plaza, en el zoológico, cuando con mi niña mirábamos a las familias compartir su alegría, quizás ella no lo notaba, ella es feliz conmigo, esa angustia era mía, pero lo compensaba pensando que era bonita, joven y de buen cuerpo, que yo elegía estar soltera, que era deseada por muchos varones, eso era cierto, pero ninguno de ellos traía buenas intenciones.
    Siempre tuve baja auto-estima, mi humor dependía de mi peso, y como soy de buen comer y contextura importante, mi lucha contra la gordura era implacable, dietas, gimnasio todos los días, cremas, esas cosas que las niñas de poco juicio hacen para verse bellas para los otros, buscando la admiración de los hombres, y la envidia de las mujeres; de todas maneras, la "solterona" era yo y lo sigo siendo, no porque realmente lo crea así, sino porque la sociedad en la que me he criado me ha enseñado desde pequeña que la felicidad se alcanza estando casada, teniendo un marido, se que esto no es cierto, por lo que dicen, la vida en pareja es muy difícil, hay que ceder muchas veces, que hay muchos conflictos para afrontar juntos y no todos logran mantenerse unidos, y sin embargo siento la angustia, la tristeza y la nostalgia de algo que es inalcanzable para mi.

Mi primer post

      Hace tiempo que sigo varios blogs, encontré este espacio por casualidad, buscando información sobre latinas que se hayan casado con noruegos, tenía curiosidad, necesidad de ver como percibían ellas la vida en un país diferente, tan lejano, alejadas de su familia, pensaba en ese entonces, que algo de eso me tocaría a mi también y quería estar preparada para que no me resultase tan desalentador; así es como llegué al blog de una chica peruana, "Anti ama de casa desesperada", comencé a leer sus publicaciones, luego ella ya no posteó más,   me di cuenta que podía seguir otros blogs, leer y comentar, y eso he estado haciendo en los últimos meses; algunos son muy adictivos, los sigo siempre, en realidad no se el porqué, curiosidad, admiración, nostalgia de lo que pudo ser mi vida... Me toca de cerca, me siento identificada y he compartido mucho de los sentimientos de las mujeres que tienen un amor a distancia, quizás esa sea una de la razones por las que me "enganché" con varias de las historias que sigo, buscaba a alguien que comprendiese que era posible, salvar las distancias, los miles kilómetros que me separan del hombre que amo.