miércoles, 1 de junio de 2011

Frustración

       Hoy mientras esperaba al frente del colegio de mi niña que el micro escolar llegase luego del torneo de handball, pensaba en que tenía ganas de escribir, del pasado, de un amor que tuve, de como me fui complicando la vida, eligiendo malas opciones, de como me gusta el otoño en Buenos Aires, pensaba en él también, en su país lejano y nublado, (al menos, así lo imagino), del hogar que no pude tener y de la niña que nunca concebiré. Todo eso estaba en mi mente, hasta que llegó mi niña y volvimos caminando a casa.
     Muchas veces me gustaría estar sola, marcharme a la montaña, al sur de mi país, poder curar mi tristeza, poder controlar este torbellino de emociones que llevo dentro y que hace explosión siempre con quien no debe, con quien no lo merece. No he aprendido a ser madre, hija, ¿por qué no puede haber un punto intermedio?¿por qué no soy capaz de encontrarlo, de aceptarlo? Desde la niñez he sido así, obsesiva de la atención de la persona amada, con ella, con mi abuela, tuve un buen vínculo, era amor, así lo sentía yo, así me sentía yo, amada y completamente dichosa de ese amor, pero yo no soy mi abuela y ahora que ese ser reclama de mi lo mismo que yo a su edad, no puedo aceptar ver mi reflejo en ella, no, así no, la quiero distinta a mi, la quiero feliz, la quiero perseverante, capaz de forjar sola su camino, una mujer fuerte, decidida, no un ser inseguro, inconstante y emocionalmente inestable como yo. Quiero hacer lo mejor para ella, me esfuerzo por darle las herramientas que la lleven a ser mejor que yo...¿ será por eso que mi frustración estalla ante sus pequeñas faltas infantiles? ¿me resulta demasiada pesada esta carga, esta responsabilidad que recae en su totalidad sobre mis hombros? ¿ o solo es la bronca que brota de mis entrañas, de la parte más oscura de persona? ¿acaso no lo había perdonado ya? eso fue lo que le dije, pero no se si es cierto, ante cada pequeño tropiezo, mi rencor hacia él surge multiplicado, reclamando el hogar que no le brindó, la seguridad y los cuidados que solo quedaron en sus mails, la nueva Patria nunca vista, el vestido blanco que quedó sin ser usado.
      Es tan triste un vestido de novia sin usar, en cada uno de sus pliegues, una ilusión, un sueño, una esperanza se va llenando de polvo, nunca me lo probé, me hubiese visto bien en el, pero mi príncipe sapo no me dio ninguna chance.

3 comentarios:

  1. Por que es toda esa tristeza que plasmas aquí?

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  2. Me sentía así ese día, muy triste, y a pesar de que me gusta el otoño con sus colores ocres y su alfombra de hojas secas, no deja de ser melancólico, recuerdo mi niñez, lo feliz que era junto a mi abuela, lo buena que fue conmigo... y me veo ahora, a mis treinta años recién cumplidos y pienso en lo que no pudo ser, en mis errores, en mis fallas como madre, en que no he sido bienamada por un hombre, cosas que me pesan, releyendo mi post, resulta bastante confuso para el lector, no tiene un orden, bueno, así es como se encuentra mi mente por momentos, tampoco es todo el tiempo, por suerte tengo hermanas adolescentes que me hacen reír con sus ocurrencias,; ya voy a escribir sobre el "culpable de mis desvelos" no a modo de advertencia ni para asustar a nadie, solo para poder dejarlo ir de mis ilusiones.

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  3. tu hija está orgullosa de ti y tú le proyectas seguridad. Estoy convencida

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